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viernes, 9 de septiembre de 2016

De las condiciones que han de tener los viejos honrados

Leo estos días las Epístolas familiares de Antonio de Guevara, escritas en la primera mitad del siglo XVI. Son todas muy amenas y curiosas, por los temas varios que tratan, la sabrosa información sobre la vida de aquella época que suministran y el buen tono y estilo con que están escritas.
En una de ellas, la XXXI, el eclesiástico, montañés de Treceño en Cantabria y obispo de Mondoñedo en sus últimos años de vida, autor del célebre Menosprecio de corte y alabanza de aldea, expone al gobernador don Luis Bravo –el mismo al que amonesta en la epístola anterior por haberse enamorado "siendo viejo"– "las condiciones que han de tener los viejos honrados". Reproduzco un fragmento, no sin antes aclarar que el interlocutor al que se dirige la carta está a dos meses de cumplir los sesenta y cuatro años.
"Los viejos de vuestra edad deben mucho procurar de comer buen pan y de beber buen vino, y el pan que esté bien cocido y el vino que sea añejo; que como la vejez esté rodeada de enfermedades y cargada de tristezas, el buen mantenimiento los tendrá sanos, y el buen vino los traerá alegres.
Los viejos de vuestra edad deben mirar mucho en que los manjares que comieren sean pocos, sean tiernos y sean bien sazonados; y si comen mucho y de muchos manjares, siempre andarán enfermos, cuanto más, que si tienen dineros para comprarlos, no tienen ya calor para digerirlos.
Los viejos de vuestra edad deben mucho procurar de tener una cama entoldada, una cámara entapizada, la lumbre que sea mansa, y la chimenea que no sea humosa; porque la vida de los viejos consiste en traerse limpios, andar abrigados, y en estar desenojados. [...]
Los viejos de vuestra edad, so pena de la vida, se deben templar en las comidas y irse a la mano en las cenas; porque los viejos, como tienen ya estómagos flacos y resfriados no pueden digerir al día dos pastos; y el viejo goloso y glotón que lo contrario hiciere, regoldará mucho y dormirá poco.
Los viejos de vuestra edad, para que no estén enfermos, no se hagan pesados ni se tornen gordos, deben aliviarse un poco, salir al campo, hacer algún ejercicio, ocuparse en algún oficio; porque de otra manera ya podría ser que les diese una asma y se mancasen de tal manera, que dejasen de resollar y los oyésemos soplar."

1 comentario:

  1. He leído con interés personal el comentario de hoy, y puedo aplicármelo sin remordimiento alguno; estaría bien colocar la epístola del obispo a la entrada de hospitales, consultas médicas y aspirantes a curadores de salud para su conocimiento y efectos.

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