De qué podría hablar en el blog de hoy, me preguntaba
hace un momento al encender el cacharro este, y así enseguida, a vuelapluma, o
a vuelatecla, se me ha ocurrido que de varias cosas. Por ejemplo:
Del nuevo curso a punto de empezar, que reaviva todavía
algunas brasas, y eso que parecían apagadas después de tres años ya (y el
recuerdo de aquel calendario en que había, sí, lunes de ceniza, pero también la
promesa luminosa de los viernes).
De las golondrinas, que estarán ya reuniéndose en los
cables del tendido eléctrico para repartirse los números y las consignas antes
de marchar a África, aunque a lo mejor el calor las confunde y retrasan la
salida o se equivocan de estación y vuelven en tu balcón sus nidos a colgar
como las de Bécquer; y de los vencejos, que pasan desapercibidos porque apenas
se distinguen de ellas, de las golondrinas, y que vuelan sin interrupción nueve
meses al año, y en el aire se alimentan, y en el aire copulan.
De
esa estrella que aún vemos titilar en el cielo aunque se apagó hace ya miles de
años.
Del
campo, que está extenuado y que a este paso cuando llueva no va a saber llevar
la cuenta de las gotas que caen en cada mota de polvo y en cada hierba, mucho
más exacta que la de litros por metro cuadrado que dan en la televisión; y de
los árboles, que llevan los pobres todo el verano de rogativas suplicándole al
cielo un chaparrón.
De
lo mal que va todo: el tiempo que compré por internet en las rebajas no me ha
llegado; la comisión que me va a imponer el banco por tener allí guardado el
dinero ya me la han cobrado, la de los próximos cuatro años, hasta 2020, por
adelantado, y con efectos retroactivos además, otros cuatro años, hasta 2012, fecha
en que el susodicho fue rescatado de un pozo sin fondos; el minuto de gloria
que me tocó este verano en una rifa estaba caducado, hice una reclamación y me
contestaron que se han agotado las existencias y ya no se fabrica; los planes que estuve rellenando
la otra noche no sirven para nada porque me equivoqué al clicar y resulta que
no marqué la casilla de futuro al enviar el formulario sino otra, como si se
pudieran hacer planes para el pasado, hay que ser tonto; el plazo del beso que
me tienes prometido terminó ayer...
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