Seguidores

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Por ejemplo (II)

También podría hablar hoy, por ejemplo, de la ropa, la vieja naturalmente, esa que sabe ella sola cómo tiene que ponerse, a la que no hace falta recordarle la imagen que debemos dar, la que lleva años respirando por nuestros poros, la que ha sabido adaptarse con mansedumbre y sin rechistar a las vicisitudes no siempre felices que ha experimentado nuestro cuerpo, la que aun guardada en el armario por no estar de moda sigue aguardando con ilusión el día en que vuelva a salir al aire libre, la que conserva como una huella imborrable el calor y el tacto de nuestra piel.
Del fuego –y en particular el de la lumbre de las casas de los pueblos, que es el mejor interlocutor, el más paciente y comprensivo, el que escuchará siempre con la mejor intención todas nuestras confidencias.
De las estrellas, que para los antiguos babilonios eran "la escritura del cielo".
De las tardes, o mejor dicho, de algunas tardes, esas en que llega uno a casa cansado y satisfecho como si viniera de guardar un rebaño o de labrar una heredad o de segar la mies.
De este haiku del poeta Miguel d'Ors:           
           
            Para el aroma
            nocturno del jazmín
            no hay alambradas.

1 comentario:

  1. No sé como se sentirán las ropas usadas que se tiran al contenedor, no les gustará, y se verán en el futuro imperfecto.

    ResponderEliminar