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viernes, 24 de abril de 2015

El ruiseñor

Decía Josep Pla, del que hablé ayer, que la primavera la anuncia puntualmente el canto del primer ruiseñor, y le gustaba mucho a él dar cuenta en sus escritos de la primera vez que lo oía cada año. Así, por ejemplo, en Las horas, el libro que ayer también me atreví a recomendar, anota:
“Este año de 1963 oí el primer canto del ruiseñor en la noche del domingo 21 de abril, pocos minutos antes de las doce, exactamente. En estas cosas tan importantes, hay que precisar, y el Times de Londres, que es un diario especializado, entre otras muchas cosas, en dar la primera noticia de haberse oído por primera vez el canto del ruiseñor en una u otra parte de Inglaterra, da siempre la hora del maravilloso acontecimiento”.

El rey Felipe II, cuando se vio obligado, por razones de la política, a vivir durante algún tiempo en Lisboa, echaba de menos en su palacio “a los ruiseñores, aunque algunos pocos se oyen algunas veces de una ventana mía”, según aseguraba en una carta enviada a su hija en 1581, dejando así constancia de esa melancolía real.

Y el poeta John Keats le invocaba de este modo en su Oda a un ruiseñor:

            ¡Oh, pájaro inmortal, no has nacido para la muerte!

1 comentario:

  1. Escuché los cantos de los ruinseñores cuando era chiquillo, ahora un mirlo a las cinco de la mañana entona de memoria una alegoría musical.

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