Este era un niño que una tarde subió a la montaña más alta y esperó allí a que saliera la luna. Y cuando llegó donde él estaba, la cogió y la guardó en la mochila. A ver qué decían ahora en casa cuando les pidiera algo, pensó.
No
de lunas, que eso es cosa de los románticos que le precedieron (Leopardi, en
particular), sino del hastío –el spleen, el
tedio vital-, la embriaguez, la muerte, la Belleza…, habla Baudelaire, que
nació tal día como hoy, el 9 de abril de 1821, en París: Cuando el cielo
caído pesa como una losa /sobre el gimiente espíritu sumido en su letargo, /y
el horizonte es una terrible cosa /que hace eterna la noche y el día más amargo…
Charles Baudelaire, autor de Las flores del mal (1857), condenada entonces por inmoral, que fue el primero en
utilizar como material poético la nueva realidad urbana surgida de la
revolución industrial, el paisaje de la ciudad moderna con sus masas anónimas,
su miseria y su fealdad: Por el
viejo arrabal con casuchas, persianas/ que
ocultan la lujuria, salgo por las mañanas/cuando el sol ya redobla en los
techos amigos,/sobre muros y huertos, sobre campos y trigos, /a ejercitar a
solas mi fantástica esgrima /husmeando en los rincones del azar y la rima… (Traducción
de Ángel Lázaro.)
Con él
comienza la poesía moderna: el poeta es un visionario que trabaja con el poder
sugestivo de las palabras.
El otro dia me dijo un tipo; la escultura es una forma de escribir poesía.
ResponderEliminarY tenía razón, amigo Mariano
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