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jueves, 9 de abril de 2015

Sin luna



Este era un niño que una tarde subió a la montaña más alta y esperó allí a que saliera la luna. Y cuando llegó donde él estaba, la cogió y la guardó en la mochila. A ver qué decían ahora en casa cuando les pidiera algo, pensó. 


No de lunas, que eso es cosa de los románticos que le precedieron (Leopardi, en particular), sino del hastío –el spleen, el tedio vital-, la embriaguez, la muerte, la Belleza…, habla Baudelaire, que nació tal día como hoy, el 9 de abril de 1821, en París: Cuando el cielo caído pesa como una losa /sobre el gimiente espíritu sumido en su letargo, /y el horizonte es una terrible cosa /que hace eterna la noche y el día más amargo…
Charles Baudelaire, autor de Las flores del mal (1857), condenada entonces por inmoral, que fue el primero en utilizar como material poético la nueva realidad urbana surgida de la revolución industrial, el paisaje de la ciudad moderna con sus masas anónimas, su miseria y su fealdad: Por el viejo arrabal con casuchas, persianas/ que ocultan la lujuria, salgo por las mañanas/cuando el sol ya redobla en los techos amigos,/sobre muros y huertos, sobre campos y trigos, /a ejercitar a solas mi fantástica esgrima /husmeando en los rincones del azar y la rima… (Traducción de Ángel Lázaro.)
Con él comienza la poesía moderna: el poeta es un visionario que trabaja con el poder sugestivo de las palabras. 

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