Los
estudiantes que se han presentado estos días en Cataluña a las pruebas de
selectividad se han encontrado, en el examen de Lengua castellana, con una
pregunta inesperada que a muchos –profesores de la materia incluidos– les ha
dejado perplejos, de resultas de lo cual se ha armado algún revuelo periodístico.
El término por el que se les demandaba era el de catáfora, que es uno de tantos recursos de la
retórica que hablantes y escritores emplean a veces sin saberlo (y, naturalmente,
ignorando a la par su nombre y su existencia).
Todos
los recursos retóricos, que se estudiaban antes con grande aplicación en la
preceptiva literaria, tienen en común dos cosas: la rareza del nombre y lo
intrincado de su definición. Transcribo a título de ejemplo lo que dice el
diccionario de la RAE a propósito de la ya célebre –por unos días solo–
catáfora: “Tipo de deixis que desempeñan algunas palabras, como los
pronombres, para anticipar el significado de una parte del discurso que va a
ser emitida a continuación; p.
ej., esto en lo
que dijo es esto: que renunciaba”.
Hoy, la mayoría de dichos términos, a
cuál más interesante y misterioso, suelen aparecer como apéndice y por orden
alfabético en los libros de texto de la ESO y el bachillerato: aliteración,
anáfora, anadiplosis, anfibología, apóstrofe, asíndeton, calambur, catáfora,
concatenación, epanadiplosis, hipérbaton, lítotes, metonimia, oxímoron,
paronomasia, perífrasis, pleonasmo, polisíndeton, retruécano, similicadencia,
sinécdoque, sinestesia, zeugma… Por citar solo los más usuales y asequibles a
la comprensión y sensibilidad del estudiante.
Y esta es la gracia: que con la
susodicha pregunta hemos aprendido algunos lo que es una catáfora.
La medicina, y sus portavoces los médicos, recurren a palabras extrañas para elaborar sus dictámenes, la legislación tributaria no se queda atrás con el hecho imponible y en la selectividad se pone a prueba descifrar el término catáfora, hay que pensar en positivo y si el próximo año vuelve a salir, ya sabremos la respuesta.
ResponderEliminar