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miércoles, 17 de junio de 2015

Formando palabras

Todos los profesores hemos tropezado alguna vez con respuestas curiosas e insólitas, y por ahí andan libros (Antología del disparate, recuerdo que se titulaba uno de hace ya un tiempo) que recogen las cosechadas por unos y otros.
Un servidor guarda con afecto, apuntadas en una libreta, las que, dictadas casi siempre por la ingenuidad o el desparpajo, le aligeraron en su día la monotonía de una clase o le refrescaron el páramo de la corrección de los exámenes escritos.
Esta, por ejemplo, que ocurrió en un aula del segundo curso de la ESO. Tocaba el tema de las palabras derivadas y, después de explicarles cómo estas se forman normalmente mediante prefijos o sufijos (igual:desigual, igualdad; historia: prehistoria, historiador), pasamos a ejercitar lo aprendido. Así íbamos sin mayores dificultades formando palabras a partir de una dada (leer: releer; papel: papelería; piano: pianista, etc.), hasta que –no recuerdo si salía en algún ejercicio del libro de texto o fue a propuesta mía- apareció la de sangre.     
Se hizo el silencio, y nadie daba al parecer con ninguna (no es tan difícil, pensaba yo, pueden decir sangriento, o ensangrentar, ya sabía que sanguinolento o sanguinario o sanguíneo no era fácil que se les ocurrieran), hasta que de repente ondeó triunfal la bandera de un dedo alzado:
–¡San Gregorio! –oí decir, y vi unos ojos que me miraban fijamente en espera del habitual gesto de aprobación.

1 comentario:

  1. No me cabe duda de tu aprobación y la subida de puntos en la nota de la evaluación.

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