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martes, 30 de junio de 2015

Etimologías curiosas

Deambulando de acá para allá por las páginas del diccionario, puede entretenerse uno preguntando por la etimología de las palabras, y la curiosidad, que es siempre bien recibida en cualquier libro, quedará en más de una ocasión sorprendida y satisfecha.
Sirvan como botón de muestra las seis palabras siguientes:

adefesio. De la expresión latina ad Ephesios, ‘a los habitantes de Éfeso’, título de una epístola dirigida por san Pablo a los habitantes de esa ciudad de Asia Menor (actual Turquía), en la que, durante su predicación, había sufrido grandes penalidades. Empleada hasta el siglo XVI como locución adverbial con el significado de ‘en balde’ o ‘disparatadamente’, pasó a significar después ‘prenda de vestir o adorno ridículo’ y ‘persona de aspecto feo o ridículo’.

bigote. Del alemán bi God, ‘por Dios’, especie de juramento empleado a manera de apodo para llamar a las personas con bigote, algo que era habitual entre los antiguos pueblos germánicos. Cuenta además la leyenda que, antes de entrar en batalla, los soldados se llevaban la mano al susodicho bigote, símbolo de la hombría y el valor, y proferían esas dos palabras, bi God, para darse ánimos e infundirse coraje.

busilis. O sea, el punto en que radica la dificultad o el interés de una cosa. Viene de la expresión latina in diebus illis, inicio frecuente de los textos latinos del evangelio que se leían en la misa; alguien que no entendía su significado (‘en aquellos días’) debió de suprimir las dos primeras sílabas –in die- y amalgamar las restantes –bus illis: busilis-, formando así la nueva palabra, ‘busilis’.

espabilar (o despabilar). Originariamente, “quitar la pavesa o la parte ya quemada del pabilo o mecha a velas y candiles”. El pabilo, la mecha de la vela, es palabra que proviene del latín papyrus, ‘papiro’, planta cuya hojas se empleaban con esa función. Modernamente, equivale a “avivar y ejercitar el entendimiento o el ingenio de alguien, hacerle perder la timidez o la torpeza”.

mamotreto. Del latín mammothreptus, y este del griego μαμμόθρεπτος, literalmente 'criado por su abuela', y de ahí, ‘gordinflón’, ‘abultado’, por la creencia popular de que las abuelas crían niños gordos y lucidos. En castellano se usó primero para designar un libro o un cuaderno grande y pesado, por lo general de poco provecho.

pontífice. Del latín pontifex –icis, literalmente “el que hace puentes”, y que designaba en un principio al alto funcionario romano encargado de cuidar el puente del río Tíber. San Bernardo, en la Edad Media, explicó que el pontífice es el puente entre Dios y los hombres, entre el cielo y la tierra, y de ahí que el arco iris, el puente celeste, sea el símbolo del pontificado.

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