Leo en la página 87 de El cura de
Monleón (ed. Caro Raggio), una novela de Baroja publicada en 1936:

No está nada mal como ideal de vida, con ecos del beatus ille horaciano, el que se ha fraguado para sí este cura
recién salido del seminario.
Y a quién no le gustaría pasar así las horas que hieren (vulnerant), que son todas, esperando con
tranquilidad de ánimo esa última –el verbo necat
es mejor no traducirlo– a la que alude la leyenda de los relojes de sol que
cita el bueno de don Pío.
El ensayo de hoy me ha llevado a desempolvar el beatus ille de Horacio, no podría imaginarse que dos mil años después un cura quisiera poner en práctica algún verso de su poema.
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