Ya
que no de catáforas como ayer, hablaré hoy un poco del pleonasmo, que el DRAE
define como “figura de construcción, que consiste en emplear
en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo,
pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho”. Y pone como ejemplo el
que es sin duda el más usado por los hablantes: Lo vi con mis propios ojos. Que podría “pleonasmizarse” aún más así:
Yo mismo lo vi con mis
propios ojos. ¡Como si
pudiéramos ver algo mediante cualquier otro sentido corporal que no sean los
ojos, y como si estos pudieran ser los de otra persona y no los nuestros, y
como si el yo no se refiriera siempre al que está hablando! En fin, que la
frase en cuestión expresaría exactamente lo mismo si la fuéramos podando poco a
poco hasta irla dejando concisa y menguada: “Yo mismo lo vi con mis ojos”, “Yo
lo vi con mis ojos”, “Lo vi con mis ojos”, “Yo mismo lo vi”, “Yo lo vi”, “Lo
vi”.
Pero
hay muchos más ejemplos: mi niño no me
come nada, que dicen compungidas algunas madres; me bebí cinco vasos de agua; entrar dentro (el pleonasmo
quedaría diluido por el contexto en frases como: Entrad dentro y descansad, y otro tanto ocurriría con salir fuera, subir arriba o bajar abajo); un
túnel subterráneo; un accidente fortuito; el protagonista principal;
volar por el aire; niños y niñas de ambos sexos; una casualidad imprevista (o una sorpresa inesperada);
lleno completo; un mendrugo de pan; un regalo gratis (o un obsequio gratuito);
prever con antelación; hemorragia de sangre; melodía sonora; utopía inalcanzable…
Aunque
lo mejor sería quedarse con lo que dice María Moliner en su excelente Diccionario de uso del español, que el
pleonasmo “puede añadir gracia o expresividad a la frase” (y cita como ejemplos ‘lo vi con mis propios ojos’ y ‘lo
escribió de su puño y letra’), pero también “otras veces constituye verdadera
redundancia”. Y en tratándose de estas, de las redundancias, ya se sabe que lo
menos que se puede hacer es pedir disculpas o permiso antes o después de
usarlas: Voy ahora a cantar unas
canciones, valga la redundancia, de mi tierra.
"Subir para arriba" o" bajar para abajo" son expresiones que he escuchado (y dicho) muchas veces. La normativa aconseja evitarlas en textos escritos. Ita fiat.
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