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lunes, 15 de junio de 2015

Efemérides literarias

Fernando Pessoa
Este sábado pasado, 13 de junio, se cumplieron los ciento veintisiete años del nacimiento de Fernando Pessoa, que vio la luz en Lisboa ese mismo día de 1888.
Poeta solitario y retraído, forjó su obra al tiempo que trabajaba como modesto oficinista y traductor comercial.
Pessoa recurrió a distintos heterónimos -nombres ficticios de su propia invención, de personalidad y estilo poético diferentes- para firmar parte de su obra. Incluso llegó a inventar la biografía de cada uno de ellos: Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Fernando Pessoa, que en este caso sería su ortónimo.
En prosa escribió el famoso Libro de desasosiego, atribuido también a otro heterónimo, Bernardo Soares, y que es una mezcla de diario íntimo, ensayo y prosa poética.

Y qué mejor manera de recordar y rendir homenaje a un poeta –y Pessoa ha sido sin discusión uno de los más grandes de nuestra época– que leyendo sus versos, esos dones que siempre estarán ahí aguardando unos ojos:  

            Ojalá fuese el polvo del camino
            y los pies de los pobres me pisaran...

            Ojalá fuese los ríos que corren
            y hubiese lavanderas a mi orilla...
           
            Ojalá fuese los chopos de la margen del río
            y tuviera sólo el cielo por cima y el agua por debajo...

            Ojalá fuese el burro del molinero
            y él me pegase y me quisiera...

            Mejor eso que ser el que va por la vida
            mirando para atrás y sintiendo dolor...
                        (El guardador de rebaños, de Alberto Caeiro)


            A veces, y el sueño es triste,
            en mis deseos existe
            lejanamente un país
            donde ser feliz consiste
            solamente en ser feliz.
                       
            Se vive como se nace,
            sin querer y sin saber.
            En esa ilusión de ser,
            el tiempo muere y renace
            sin que se sienta correr.

            El sentir y el desear
            no existen en esa tierra.
            Y no es el amor amar
            en el país donde yerra
            mi lejano divagar.

            Ni se sueña ni se vive:
            es una infancia sin fin.
            Y parece que revive
            ese imposible jardín
            que con suavidad recibe.                                                                                         
                        (Cancionero, de Fernando Pessoa)

Y en el mismo Cancionero aparece esta célebre definición del oficio de poeta:

            El poeta es un fingidor.
            Finge tan completamente
            que hasta finge que es dolor
            el dolor que en verdad siente.

(La traducción de los poemas reproducidos es de Ángel Crespo.)

1 comentario:

  1. En Lisboa, frente al café Brasileira, hay una escultura en bronce de Fernando Pessoa, si alguna vez te sientas en la silla que tiene al lado, él te recitará versos de algún poema, aunque lo haga fingiendo.

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