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jueves, 7 de mayo de 2015

Al hilo de...

Al hilo de lo que ayer hablaba… Se puede ir al hilo de la gente, esto es, haciendo algo únicamente porque los demás lo hacen, o al hilo del viento, como van las aves que vuelan en esa dirección, o al hilo del mundo, que es lo mismo que dejarse llevar por la corriente.
Estando en conversación y acompañado, es importante coger el hilo, y seguirlo, procurando en todo momento que no se corte, y, si esto sucediera, tomarlo de nuevo.
Y siempre es preferible hilar delgado o fino, o perseverar en la labor (con la paciencia que requerían el huso y la rueca: ‘Poco a poco hila la vieja el copo’, decía el refrán), que hilar largo y distraído.
No sea que le pase a uno como a aquel otro, que perdió el hilo y encontró la aguja (estaba en el pajar).

Y antes de que se me acabe hoy el hilo, y retomando el de anteayer, cuando hablaba de los nombres de las palabras, este breve apunte:

¿Por qué nos habremos decidido por la palabra ‘bragueta’, teniendo en el diccionario otra mucho más guapa y que significa más o menos lo mismo: ‘portañuela’? Así, si alguien se descuidara, podríamos avisarle: “Lleva abierta la portañuela”. Y a buen seguro que no le ofenderíamos, ni siquiera se sentiría molesto.

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