Al
hilo de lo que ayer hablaba… Se puede ir al hilo de la gente, esto es, haciendo
algo únicamente porque los demás lo hacen, o al hilo del viento, como van las
aves que vuelan en esa dirección, o al hilo del mundo, que es lo mismo que
dejarse llevar por la corriente.
Estando
en conversación y acompañado, es importante coger el hilo, y seguirlo,
procurando en todo momento que no se corte, y, si esto sucediera, tomarlo de
nuevo.
Y
siempre es preferible hilar delgado o fino, o perseverar en la labor (con la
paciencia que requerían el huso y la rueca: ‘Poco a poco hila la vieja el copo’,
decía el refrán), que hilar largo y distraído.
No
sea que le pase a uno como a aquel otro, que perdió el hilo y encontró la aguja
(estaba en el pajar).
Y
antes de que se me acabe hoy el hilo, y retomando el de anteayer, cuando
hablaba de los nombres de las palabras, este breve apunte:
¿Por
qué nos habremos decidido por la palabra ‘bragueta’, teniendo en el diccionario
otra mucho más guapa y que significa más o menos lo mismo: ‘portañuela’? Así, si alguien se
descuidara, podríamos avisarle: “Lleva abierta la portañuela”. Y a buen seguro
que no le ofenderíamos, ni siquiera se sentiría molesto.
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