Y
si por algún milagroso arte volviera a la edad en que uno sueña con lo que va a
ser en la vida, y de verdad pudiera elegir, lo echaría a suertes entre estos
tres oficios, y los enumero por estricto orden alfabético, no de preferencia:
farero,
de día ocupado en la contemplación del mar –los ojos, de tan acostumbrados,
interpretando ellos solos los versos de las olas y el mapa del horizonte- y de
noche en el recuento de las estrellas;
guarda
de montes y de ríos, y que ningún rincón se quedara sin explorar, y ningún camino sin recorrer, y ningún animal ni pájaro ni árbol ni planta ni flor sin apuntar
en la memoria, con la situación y características de cada cual, y que las aguas
de los arroyos y los ríos discurrieran en paz llevando el recado de su caudal a
las de los otros ríos con los que fueran a juntarse antes de llegar al mar;
profesor
de instituto, para leer en clase a los alumnos las mejores historias que los escritores han escrito y las mejores poesías que los poetas han
compuesto, y animarles a que también ellos, además de leer las de otros, escriban y compongan igualmente las suyas.
El
27 de mayo de 1939 murió en París Joseph Roth, sin duda uno de los más grandes
escritores de nuestro tiempo. Judío de origen austríaco, participó como
voluntario en la Primera Guerra Mundial, que supuso el derrumbamiento del
imperio austrohúngaro. El fin de los Habsburgo tuvo consecuencias de catástrofe
para los judíos de la Europa Central, que se vieron obligados a dispersarse por
otros países. Esta amarga experiencia, personal y colectiva, que alcanzó los
tintes de una nueva diáspora y desgarró la identidad y la historia de la
próspera y culta comunidad judía centroeuropea, es el tema central de la obra
de Joseph Roth. De ella me ocuparé en otra ocasión; baste hoy esta nota de
recuerdo y el adelanto de los títulos más significativos, indispensables todos
en la biblioteca del buen lector: Fuga
sin fin (1924), Job (1930), La marcha Radetzky (1932), La cripta de los capuchinos (1938), La leyenda del santo bebedor (1939).
Los oficios de profesor y guarda de montes y rios los has ejercido, uno como principal, el otro en algunos momentos , lo de farero tendrías que repartirlo , una parte en un islote y la otra en el pico del Espiguete, por lo de las estrellas.
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