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miércoles, 13 de mayo de 2015

Onomatopeyas

Hablaba el otro día de que las palabras responden a una convención, y de que los nombres de las cosas son, por consiguiente, arbitrarios. Esto, que es verdad, y sirve para casi todas ellas, tiene, como todo en la viña del Señor, sus excepciones: en el caso que nos ocupa, las onomatopeyas, que son esas palabras cuyo sonido imita o sugiere o copia o reproduce la realidad que designan.
Ya es bien curioso que algunas de las onomatopeyas más usuales se refieran al acto mismo de hablar, y, más específicamente, cuando este se hace atropelladamente o en voz baja y como en secreto: cuchichear, bisbisear, farfullar, rezongar, refunfuñar, sisear, chistar… Y, aunque de etimología latina, también, en cierto modo, murmurar, susurrar, musitar, mascullar… Unos y otros verbos, con sus correspondientes sustantivos: cuchicheo, bisbiseo, murmullo, susurro, etc.
Otras hacen referencia a ruidos, como chasquido (y chascar), zumbido (y zumbar), chirrido (y chirriar), chisporroteo (y chisporrotear) tintineo  (y tintinear), chapotear (el agua), rechinar, castañetear (los dientes)… Y el gluglú del agua, el tictac del reloj, el runrún del tráfico, el tantán de la campana, el tararí de la trompeta y de la palabra dicha en tono de burla o para expresar disconformidad, el retintín de un cuerpo sonoro y el tonillo con ánimo de zaherir, el cataplum de una explosión…
La lista es amplia y abarca todos los campos: burbuja (y burbujear), chispa, cachivache, chisgarabís, tiritar, titilar, zigzag, catapum o catapún (del año o del tiempo que ni se sabe, de tan antiguo)…
Estarían también, claro, las palabras que imitan la voz de los animales, como el maullido del gato, el cacareo de la gallina o el quiquiriquí del gallo.
Este, el quiquiriquí del gallo, que nos parece un vocablo tan apropiado y natural, por lo bien que se ajusta al sonido que el rey del corral emite, resulta que se dice en inglés cock-a-doodle-doo, y en francés cocorico, y en japonés kokekokkoo… ¿Será que los gallos no cantan igual en todas partes? ¿Lo harán de forma diferente por un prurito nacionalista, o para adaptarse cada cual a la gramática de su país? ¿O es esta última, la gramática, la que ajusta y acomoda a sus intereses patrióticos el canto del gallo?  

1 comentario:

  1. En una ocasión una criatura que vive en un espacio rural me preguntó, ¿tú sabes porque los gallos cantan siempre lo mismo?, no sé le contesté, pués mira, eso es el resultado de que la melodía se la saben de memoria.

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