Vengan al campo (el de mi pueblo si les parece bien, por el camino de los
huertos hasta un paraje de prados que le dicen El Rellano, donde nace entre
espinos un riachuelo y empieza el monte), al atardecer en primavera, si quieren
oír un buen concierto de música sinfónica, que toca allí todas las tardes la
rural orquesta filarmónica de los pajarines, con solos de ruiseñor y
acompañamiento de mirlos, currucas, andarríos, verderones, petirrojos,
reyezuelos, zorzales, sietecolores, herrerillos, relinchones, carboneras,
pinzones, arrendajos, revolinguinas, pitos reales y gorriones. (Y
los señores cuervos posados en lo alto de los chopos y observándolo todo desde
lejos con displicencia y graznidos de desaprobación.)
Voy para allá, y además de escuchar la sinfonía miro como un relinchón escala un chopo.
ResponderEliminar