Durante
muchos años, y hasta hace bien poco, me pasaba buena parte del día hablando (en
cualquiera de sus modulaciones, y según el verbo que en cada circunstancia se
había de conjugar: leer, explicar, comentar, aclarar, exponer, resumir,
aconsejar, corregir, advertir, dictar…), y los alumnos, pobres, me escuchaban
la mayor parte de las veces con no poca atención y la mar de paciencia.
Ahora,
si quiero hacer lo mismo, me tengo que conformar con venir aquí y sentarme
frente al ordenador, o tomar la pluma y abrir un cuaderno, pero sin saber si lo
que escribo sirve de algo, o si alguien lo va a leer y le va a prestar
atención, porque escribir tiene eso de malo, que no se le ven los ojos al
interlocutor y resulta algo parecido a lo que sería hablar a ciegas.
Ahora
llevo (o como se diga) un blog, y por eso a lo mejor acudo a estas páginas cada
día con puntualidad, para tener a alguien que me escuche
A los que así lo hacen les estoy muy agradecido.
A primera hora de la mañana miro por la ventana y veo el dia que comienza, a la noche abro la pantalla y llevo los ojos por lo que escribes.
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